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Uñahuilli

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Uñahuilli
La leyenda del horripilante Huiña Huilli

Ya quisiera oírles diciendo que son lindos e indefensos, después de descubrir las toscas pezuñas del uñahuilli, sus ojos color rojo infierno y sus colmillos afilados… luego de escuchar sus alaridos lastimeros… o, después de percibir su nauseabundo olor a azufre. Es que el uñaguille es el diablo en persona; y no es una forma de decirlo, es el mismìsimo diablo y hace sus fechorías.

La leyenda del Uñaguille

Se han registrado apariciones de este malévolo ser en varios lugares del Ecuador como Tungurahua, Chimborazo, Pomasqui, Quito y Bolívar; pero las más dramáticas han sido en la provincia de Cotopaxi, cerca de Latacunga.

Al Uñaguille le gusta llamar la atención de campesinas que caminan solas por bosques sombríos o chaquiñanes, la mayoría de sus apariciones suceden muy temprano en la mañana o cuando el sol empieza a ocultarse. De repente comienza a llorar a todo pulmón como un niño pequeño; entonces, la mujer conmovida desde sus entrañas, comienza a buscar de donde proviene el llanto, para poder rescatar al bebé abandonado, que seguramente estará pasando frío y hambre…

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Es de la bondad de las lugareñas que quieren cuidar y proteger al pobre bebé desvalido de lo que se aprovecha el Uñaguille; se esconde en lugares de difícil acceso hay que atravesar pequeños ríos, subir árboles, cruzar malezas, pero la buena voluntad de las mujeres es más grande que las dificultades presentadas.

“¿Quién puede abandonar así a un pequeño?”, piensa la mujer cuando se dispone a tomar en sus manos el pequeño bulto abandonado; es allí donde hay cosas extrañas; la primera es el olor, el niño huele a diablos, literalmente, cuando lo intenta levantar, pesa más de lo que debería, algo como un quintal… y la tercera es el calor, parece como un carbón encendido… De repente, el llanto del tierno bebé empieza a cambiar, se convierte en un chillido y luego, una risa burlona y diabólica… Es el Uñahuilli, de guagua diablo.

De la manta saca su cachuda y horripilante cabeza y se abalanza a abrazar a su víctima gritando “¡mamá!, ¡mamá!” obviamente la mujer huye despavorida y gritando mientras es perseguida por el diablo. Si es buena para correr, es probable que pueda salvarse, pero el recuerdo de su encuentro con el uñaguille, quedará para siempre en su memoria; pero si el diablo la alcanza, esa mujer no podrá contar la leyenda.

Por ello es común escuchar el dicho: “Si el guagua llora raro, ¡podría ser el diablo!”

Datos interesantes:

La historia del Uñahuilli —también llamado Uñahuille, Uñaguilla, Huiña Güilli o Huiñi Huilli— tiene distintas versiones, pero, en lo que todas coinciden, es en su escenario: la región Interandina del Ecuador. En medio del páramo, en un camino desolado o al lado de una quebrada, durante la noche o al amanecer, viajeros se pierden por escuchar el llanto de un bebé. Este clamor los atrae, evidentemente, y les urge ayudar al infante perdido. El relato, transmitido oralmente por generaciones, toma diferentes rumbos en cada una de sus varias adaptaciones.

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