La leyenda del Penacho de Atahualpa nace una vez vencido y muerto el último Shyri durante la guerra entre caranquis e incas, los jefes del ejército y más señores del reino de Quito proclamaron, en el mismo campo de batalla,soberana y legítima dueña de la corona a la bella y joven princesa Paccha, hija única de Cacha. Después Paccha tomaría por esposo al conquistador Huayna-Cápac.
Solo por amor y mediante este matrimonio, el imperio de los incas pudo extenderse hacia el norte del Tahuantinsuyo.
Leyenda del Penacho de Atahualpa
Según cuenta la leyenda, la princesa Paccha, fue la legítima heredera del trono de su padre, Cacha Duchicela, Shyri XV del Reino de Quito. La princesa mantuvo una lucha de varios años con los incas, hasta que el inca Huayna Cápac, consiguió derrotar a la feroz tribu.
El monarca inca, decidió hacerla su esposa, debido a su gran belleza y sabiduría. Ella, desde el primer momento, conquistó el corazón de Huayna Capac; por lo que él solo buscaba agradarla y complacerla; y mantuvo sus promesas de paz y justicia para los habitantes de los territorios de Quito.
La pareja de gobernantes vivieron en el hermoso palacio Incahuasi. En este maravilloso sitio, nació el primero de sus hijos y futuro heredero del imperio, el príncipe Atahualpa.
Atahualpa, fue educado desde muy pequeño para ser un buen soberano y una de las lecciones más importantes que debía aprender, era acatar y cumplir las leyes y las disposiciones de su padre.
Cuando, era muy joven, Atahaulpa, se encontraba practicando con su lanza en medio de la naturaleza que rodeaba su castillo. Una hermosa guacamaya de colores vibrantes, se paró a descansar en un árbol cercano a Atahualpa. El príncipe, vio a la hermosa ave, sacó su lanza y con un certero disparo, mató al bello animal.
Atahualpa, corrió entusiasmado, con su trofeo, para mostrárselo a su madre. Pero, Pacha, que era muy sabia, no recibió con alegría la noticia de la cacería de su hijo.
Con ternura, explicó al muchacho, las leyes de su pueblo; le recordó el mandato: “Se mata al enemigo solamente en la guerra, porque él también posee armas para defenderse. No así a las aves, que adornan la naturaleza con sus colores y la llenan de encanto con sus trinos”. La reina Pacha, tomó una de las hermosas plumas de la guacamaya y la colocó en el penacho del pequeño, como un recordatorio de la lección que aprendió ese día.
Datos interesantes de la leyenda
Se cree que desde aquella ocasión y hasta la tumba, Atahualpa, lució el penacho en la corona real , junto con la esmeralda de los Shyris, el quiteño que llegaría a ser el Gran Emperador del Tahuantinsuyo
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