La laguna de Quituiña, una pequeña cuenca de agua con carácter y personalidad propia, puede refrescarte y dar paz a tu descanso, pero si no la tratas con respeto, puede convertirse en tu peor pesadilla.
¿Quieres saber cómo te debes comportar en la laguna de Quituiña? Te invitamos a leer este relato o deberás atenerte a las consecuencias…
Leyenda la laguna de Quituiña
La laguna de Quituiña, ubicada en Paccha, una localidad cerca de Cuenca. Reposaba pacífica, cerca de la cima del cerro Guagualzhumi, desde hace muchos años.
Escondida entre los matorrales y peñascos, era pequeña pero hermosa. Sus aguas transmitían tanta paz al lugar, que los pastores de la comunidad la habían elegido como el lugar perfecto para pastar a sus animalitos.
Quituiña estaba rodeada de matorrales que escondías delicias silvestres: apetitosas moras y mortiños. A la laguna le gustaban los niños, por eso extendía las cuencas de sus manos para calmar su sed con sus aguas cristalinas.
Pero hay algo que los mayores conocían que enfurecía a la laguna y es que la molesten y arrojen en ella desperdicios.
Por eso, el padre de Manuel, uno de los pastorcitos le había advertido:
- Hijo, puedes pastar las ovejas cerca de la laguna, lo único que nunca debes hacer, es jugar dentro de ella y peor aun, lanzarle piedras; a la laguna Quituiña le enfurece que interrumpan su tranquilidad. ¡Recuerda que si la enojas, ella te perseguirá y te ahogará en sus aguas!
Al pequeño pastor le pareció una exageración de su padre y, ni bien llegó a la laguna, se encargó de probar lo desmedido de sus advertencias. Manuel, no solo que se metió dentro de las aguas, sino que chapoteó y gritó, y luego salió a la orilla y le lanzó piedras y palos, mientras decía:
- Quituiña, no te tengo miedo, eres como una niña.
De repente, la pacífica laguna empezó a agitarse y a formar olas que se hacían cada vez más grandes.
De sus entrañas empezaron a salir ruidos espantosos; Quituiña cercó al pastor con una espuma negra y maloliente.
El niño, asustado, quiso huir, salió de la laguna y empezó a correr sin importar lo que le sucediera a las ovejas.
Manuel gritaba:
- ¡Auxilio!, ¡Auxilio!, ¡Auxilio! ¡La laguna está furiosa, me quiere comer! ¡Auxilio!, ¡Auxilio!, ¡Auxilio!
Los brazos de la laguna se extendieron tanto que dieron alcance a Manuel y entre olas y espuma lo llevaron a lo más profundo de sus abismos.
El pastorcito Manuel no regresó, tampoco sus ovejas; la laguna se llevó al niño y dicen que para consolar a sus padres, lo convirtió en un pequeño islote que actualmente puede verse entre sus aguas.
Fue tanto lo que la laguna Quituiña extendió sus brazos, que nunca volvió a ser la misma; la comunidad cuenta que jamás pudo regresar a su lugar de origen y que, a partir de esa fecha, se volvió más grande y profunda.
Datos Interesantes de la laguna de Quituiña
La laguna de Quituiña, ubicada en la vertiente Suroeste del Guagualzhumi, en concordancia con una tradición ancestral del valle Cuenca-Azogues, a más de constituir una fuente de agua y componente paisajístico, es parte de la cosmovisión andina presente en la memoria popular y es destino, asiduo, de investigadores, andinistas y amantes de la naturaleza.
Quituiña, en la actualidad, es muy respetada por los lugareños que recuerdan haber escuchado a sus mayores que la laguna es brava y que puede hacer desaparecer personas. Creen que su agua tiene poderes mágicos y que a su paso se debe dejar una ofrenda como: una flor, una piedra bonita, una rama aromática como poleo, altamisa, santa maría, etc.
La tradición artesanal de confeccionar esteras, en el pueblo de Paccha, utilizando como materia prima la totora que crece en sus lagunas, hace pensar que en esta zona debieron existir, como Quituiña, muchas más.
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